Se podría calificar la artrosis como una «oxidación» de las articulaciones del cuerpo humano. Se trata de una acumulación de sales de calcio que poco a poco solidifican las articulaciones, volviéndolas cada vez menos móviles y desembocando en una deformación de las mismas.

Se tiende a asociar la artrosis a las grandes articulaciones (rodilla o cadera), cuando en realidad afecta igualmente a las más pequeñas. Amenaza en particular a los 24 segmentos articulares de la columna vertebral, la más importante cadena móvil del cuerpo humano, implicada en la mayoría de los movimientos cotidianos.

Cuanto menos movilidad tiene una articulación, más vulnerable es a los depósitos de calcio. Ésta es la razón por la cual una subluxación –un desplazamiento vertebral–,  provocada por ejemplo por un mal gesto o una caída, puede ser el primer paso hacia esta «oxidación» articular. Si la subluxación no se corrige a tiempo, la articulación vertebral se solidifica poco a poco y acaba por deformarse. Se acusan dolores, se encorva la columna: se envejece antes de tiempo.

En el caso de una artrosis ya establecida, el trabajo del doctor en Quiropráctica consistirá en corregir la mala posición de las articulaciones en cuestión, con el fin de devolverles una mayor movilidad, evitando así que el problema empeore.

En cuanto a la prevención, el papel del doctor en Quiropráctica es primordial: detectará los desplazamientos o bloqueos vertebrales, devolverá la movilidad a las articulaciones, evitando así que el proceso de solidificación se inicie. Así pues, los pacientes que reciben cuidados quiroprácticos regulares se mantienen flexibles, erguidos, en una palabra, más jóvenes.